Alrededor de un centenar de personas protagonizaron una protesta en el barrio Ho Chi Minh de la capital guantanamera, para demandar una respuesta efectiva de las autoridades a la crisis humanitaria incrementada por los estragos dejados por el huracán Melissa.
“La gente empezó a protestar porque solo llegaron dos libras de arroz a la bodega y aquí no llega comida hace meses, más el ciclón, más con el hambre que este es un barrio pobre. La gente no aguanta más. Demasiadas enfermedades, sin medicamentos. No hay casa que no haya sido afectada por el huracán, muchas sin techo”, dijo a Martí Noticias, el activista Miguel Ángel López Herrera, residente en la barriada.
La manifestación se concentró en las calles Moncada y el 12 Sur del reparto Ho Chi Minh, frente a una carpa donde está ubicada la bodega.
“Una protesta pública. Las gentes empezaron a exigir a Miguel Díaz-Canel que querían respuesta, que no querían ‘muela’. Aquello se calentó vinieron dos máquinas de la policía, una máquina de la Seguridad de Estado”, señaló López Herrera.
Aunque hasta este momento las fuerzas represivas no han llevado a cabo arrestos en la comunidad, “está caliente e incluso el barrio se siente eufórico porque nunca habían hecho una explosión así”, indicó.
El también activista Juan Luis Bravo subrayó que la ineficiencia e incapacidad del régimen de satisfacer las necesidades básicas tiene a la población exasperada.
“Desde que pasó el huracán, no hay comida, no hay corriente, no hay pan para los niños ni para las personas mayores. No hay señal de mejoría. Los árboles que arrancó el ciclón, siguen en el piso. Los puentes, los postes eléctricos, los tendidos de telefonía fija también están en el piso y eso tiene a la gente alterada, por eso está toda la gente en la calle”, detalló.
Poco tiempo después de la demostración, trabajadores de la Unión Nacional Eléctrica (UNE) se presentaron en el lugar, supuestamente, para levantar los cables eléctricos esparcido por el piso y registrar las viviendas que carecían de ese servicio.
Según López Herrera, frente a la inoperancia de los trabajadores estatales, los vecinos asumieron que no resolverían los problemas y comenzaron a abuchearlos e incluso a golpearlos.
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